No me imaginaba que aquello sería
tan grave; Ni siquiera me lo planteaba. Por suerte he podido eliminar todo
rastro que aquel horrible cambio provocó en mí.
Todo empezó hace aproximadamente
un año. Estaba llegando a mi casa cuando de repente empecé a sentirlo. Era una
sensación muy extraña; Era como una gota de agua que me recorría la espalda y
me subía a la frente. Parecía una especie de escalofrío, así que en un
principio no le di importancia.
Esta sensación se repitió una y
otra vez durante un par de semanas más o menos, cada vez con más intensidad.
Cada momento que sentía aquello me ponía muy nervioso. Al final, decidí
tratarlo con más cuidado. Lo primero que hice, fue consultarlo con el médico. Me
hicieron un montón de análisis y pruebas de todos los tipos. No me esperaba que
los resultados indicasen que yo estaba bien tanto física como psicológicamente.
Me equivoqué al hacer caso al
médico. Tal vez él no lo notase, pero la personas de mi alrededor, es decir,
mis amigos y conocidos, dijesen que me comportaba de una forma bastante fuera
de lo normal; Decían que parecía otra persona… Y por lo visto, no les faltaba
razón.
Al cabo de poco tiempo, ya no
notaba aquellos extraños escalofríos. Me sentía mejor; No sé, un poco más
activo de lo normal. Pero aunque creyese que aquel tormento había terminado, no
había hecho más que empezar.
Durante varias noches, fui
víctima de terribles pesadillas. Soñaba que me perseguían; No sabía bien quien
o qué era lo que aparecía en mis sueños. Parecía una silueta humana, formada
por una especie de humo fino al apar que negro; Que no hacía más que
perseguirme por ciudades oscuras y destruidas. La última vez que aquel ser
apareció en mis pesadillas fue increíble. Aquello me había acorralado en un
muro; Yo estaba totalmente quieto y asustado. Se acercó lenta y suavemente
hacia mí; Levitando, como si fuese un fantasma. Acto seguido, se puso a un
palmo de mí. En aquel momento me mostró su rostro, aunque casi no pude
distinguirlo, porque era muy oscuro; Pero diría que se parecía a mí. De repente
noté como se introducía dentro de mi cabeza. Notaba como la sangre, fluía
rápidamente por las venas de mi frente. Pero solo era una pesadilla; No era
real. Aquello no me había ocurrido.
La mañana siguiente; Intenté
informarme sobre aquello que me ocurría. Busqué respuestas a aquello por todas
partes: en Internet, libros, periódicos… Finalmente, comprendí lo que me
ocurría. Lo encontré en un libro religioso (no era la Biblia) del que no me lo
esperaba. Esto lo había escrito un monje benedictino al quien, por lo visto, le
había ocurrido lo mismo en la Edad Media. La única cura para aquel mal, se
encontraba en un monasterio del que nunca había oído hablar. Allí encontré a un
descendiente de aquel monje que había escrito el libro. La cura para esos
trastornos psicológicos se encontraba mediante un ritual realizado por unos
monjes muy concretos. Les pedí que me prepararan para el ritual, y ellos
aceptaron. Me llevaron a un sótano con un altar en el que yo me debía tumbar.
Cerré los ojos y les oía cantar. No era un canto cualquiera; era Canto
Gregoriano. Me relajé y de repente empecé a notar como aquel mal salía de mí.
Volvía a ser yo mismo; el de antes. Agradecí mucho a los monjes su ayuda en mi
cura; Aunque me contaron que había otra manera de erradicar aquello. Me dijeron
literalmente:
-Solo la fe puede curarte por
completo; Pero esa es una decisión que debes tomar tú mismo; Y solo tú debes
afrontar el mal que te rodea.
Daniel Vives Trujillo
Daniel Vives Trujillo
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